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lunes, 13 de mayo de 2013

http://gonzalezcarlos.blogia.com/2008/032401-la-revolucion-por-la-educacion-popular-y-sus-incidencias-para-una-resolucion-pac.php




La revolución por la educación popular y sus incidencias para una resolución pacífica-estructural de los conflictos


viernes, 24 de abril de 2009

“Todos nosotros sabemos algo.

Todos nosotros ignoramos algo.

Por eso, aprendemos siempre”

sábado, 31 de enero de 2009

Rasgos característicos de la población de jóvenes y adultos potenciales usuarios de alfabetización y educación básica

La población que acude a programas de alfabetización y la mayoría de quienes asisten a programas de Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA) residen en las zonas más pobres de nuestros países. Sus jóvenes y adultos, potenciales usuariuos, acusan una precariedad mayor que la de quienes van a programas de educación básica. Entre estos rasgos se pueden destacar:

Su carácter de excluidos. Una característica típica de los adultos y adultas de los países de la región que asisten a estos programas es que no solo son parte de la exclusión social, sino que, en su caso, esta se expresa específicamente por la exclusión fáctica de los medios y mecanismos por medio de los cuales la sociedad crea y comunica el conocimiento.
Los jóvenes se sienten excluidos por la experiencia del desempleo, en primer lugar, y a ello añaden la marginación en el acceso a servicios de seguridad en salud y a la educación superior y universitaria. No menos importante es la sensación de sentirse excluidos por su origen étnico o por su condición de pobladores rurales y provincianos.
Demandantes políticamente débiles. Si bien existe una demanda potencialmente grande por educación, aparece siempre la pregunta por el porqué solo un porcentaje realmente bajo tiene acceso a este servicio. Sin duda, las razones económicas explican algo, pero todo parece indicar que a ellas se suman las escasas facilidades en materia de cobertura y flexibilidad. Afectadas sus expectativas y sus aspiraciones, no pueden ver a la educación como aquel elemento transformador de sus actuales condiciones de vida.
El mundo de las empleadas del hogar, de los jóvenes que se dedican al comercio ambulatorio,el de los independientes o temporeros en otros empleos, se presenta como un sector políticamente disperso, casi sin interés por contar con una forma de representación propia. Cabe sin embargo reconocer que algunas de las trabajadoras que desempeñan labores domésticas se han organizado a escala nacional desde hace casi cuarenta años y han reivindicado su derecho a una legislación que les haga justicia, así como a una educación que las asuma como jóvenes, como mujeres, como trabajadoras y como estudiantes. Pero, en general, adolecen de cierta debilidad en el espacio público, en la escena política.
Las iniciativas de la sociedad civil en materia de Educación Bilingüe Intercultural, de alfabetización y de capacitación laboral resultan pedagógicamente significativas, pero políticamente insuficientes.
Heterogéneos desigualmente atendidos. La población juvenil y la adulta son muy heterogéneas en términos de cultura, género, ámbito geográfico-territorial, historia de vida y experiencias previas con el mundo de la educación, tanto en lo que concierne a ellas mismas como en relación con sus propios hijos, hijas o familiares.
Lo hecho por el Estado y por otras iniciativas no ha logrado superar el fantasma de la «primaria-secundaria», lo «formal escolarizado-informal no escolarizado», la «vespertina-nocturna» y, en las últimas dos décadas, los programas de sábados y domingos.
Es preciso reconocer que una gran cantidad de jóvenes cifran sus expectativas de surgir en cursos cortos de capacitación laboral. Sin embargo, carecen de una certificación más amplia que la simple acreditación laboral.
Mujeres adultas y jóvenes más pobres: el esfuerzo femenino por educarse. Respecto de la participación de la mujer adulta en la educación de jóvenes y adultos, se cuenta con estudios que revelan algunas paradojas y contradicciones.
Se observa que cuando las mujeres se encuentran involucradas en procesos de aprendizaje se sostienen en ellos con mayor éxito que los varones. Es el caso, por ejemplo, de la menor presencia de las mujeres en los reportes de desaprobación en las áreas de desarrollo de primaria y secundaria. En primaria, donde el número de mujeres es mayor, las dificultades más frecuentes se presentan en las áreas de matemática y ciencias; pero en la ecundaria, con una menor participación en la matrícula, las mujeres tienen un porcentaje mucho menor de aprobación —y, por tanto, de éxito— que los varones.
Otra muestra del esfuerzo femenino por aprobar y sostenerse en el sistema educativo es la participación de las mujeres, en especial las mayores de 20 años, en programas de alfabetización o de la modalidad ocupacional industrial, donde en varios países superan ampliamente la presencia en todos los niveles formativos a los varones: formación básica, actualización y perfeccionamiento.

La «visión renovada de la alfabetización» aprobada en Dakar la asocia con asegurar el acceso a —y el uso significativo de—la lectura y escritura a toda la población —niños, jóvenes y adultos— dentro y fuera del sistema escolar, a través de todos los medios y tecnologías disponibles, y a lo largo de toda la vida.

Una mayoría con experiencia de fracaso escolar. La población de la que se ocupa la EPJA presenta muchas experiencias de fracaso escolar. Eso se traduce en bajos niveles de autoestima y autoconfianza que se evidencian en estos sectores cuando de estudiar se trata. Además, quienes se reincorporan al sistema acusan extraedad.

lunes, 25 de febrero de 2008

Narrativa: Historias de la EDJA”

La enseñanza de adultos en la provincia de Santa Fe nace como Grados Radiales de las Escuelas Diurnas Comunes.
Se designa un maestro de la planta docente, quien desarrolla sus actividades en el local escolar, en horario nocturno, para atender aquellas personas que no completaron su escolaridad primaria o son analfabetos y por razones laborales concurren en esa franja horaria. Por lo tanto corresponde al director y Supervisor de la escuela primaria Diurna supervisar dichas secciones.
Por ello se las identificó como: “La nocturna de la escuela Passo, de...”.
De allí su impronta. Cumplen con los mismos contenidos, metodologías de trabajo, recursos, idéntica reglamentación, etc.
Cumplieron un rol muy importante en ese momento. Tal como consta en actas de las reuniones realizadas, el personal involucrado se preocupaba de brindar un buen servicio a los alumnos y alumnas de acuerdo a las necesidades de la época.
Con el tiempo estas secciones se independizaron de las Escuelas Primarias Comunes y pasaron a constituir las Escuela Nocturnas para Adultos, se le otorga un Nº de creación y también les van adjudicando nombres. Contaban con 4 o más secciones a cargo de Maestros de Grado y un director, pero siguen supervisadas por el Supervisor de la Modalidad Diurnas Comunes.
Con el tiempo se crea en nuestra Provincia la Dirección de Adultos y se designan Supervisores propios para la Modalidad. También se van realizando encuentros y discusiones sobre cómo encarar la educación de sus alumnos y alumnas, la idea de trabajar con contenidos propios y metodologías adecuadas a la población que atienden.
En el año 1981, al producirse el traspaso de las escuelas de la nación a la provincia, algunos Centros de DINEA, que funcionaban conjuntamente con las escuelas, pasan a depender de la provincia, se los llama ahora CENPA o CEPA. En los comienzos son centros autónomos, con un solo maestro a cargo de todos los Ciclos que son inspeccionados por los Supervisores de Adultos.
Con el transcurrir del tiempo y debido a diversas causas socioeconómicas, crecimiento de barrios que quedan lejos de estas escuelas, metodologías de trabajo, preconceptos y distintas miradas, entre otros factores, las escuelas comienzan a tener escasa matrícula.
Ingresa a la provincia el llamado Plan Federal de Alfabetización, como un subsistema, el cual entra a competir con las Escuelas de Adultos por su matrícula. Tienen otra metodología de trabajo, nuevas miradas de la Educación de Jóvenes y Adultos, otros recursos y preparación y surgen en primer lugar en aquellos barrios donde la escuela no estaba.
Por nuevos decretos los CEPAS pasan a depender administrativa y pedagógicamente de las Escuelas de Adultos en el año 1995 aproximadamente.
Las escuelas que van perdiendo alumnado toman como estrategia la realización de censos y derivación de aquellas secciones que no contaban con alumnos/as a los barrios como Grados Radiales de la escuela, las que sigue conservando su sede en el lugar originario.
Ambos subsistemas, Escuelas de Jóvenes y Adultos con sus CEPAS y PAEBA, desarrollan sus actividades en la provincia de Santa Fe. Con desencuentros, a veces fuertes, otros buscando consensos, fueron reuniéndose, acordando algunos criterios, modalidades de trabajo.
Los educadores de la Zona Norte de la provincia de Santa Fe (PAEBA, Escuelas de Jóvenes y Adultos, CEPAS y EEMPAS) iniciaron un proceso de discusión de los lineamientos y bases de un Currículum para la Modalidad, como una iniciativa nacida desde los educadores ante el avance de la reforma en educación y como una manera de juntarse, unirse y fortalecerse para defender la Modalidad como tal. Se realizaron jornadas desde las escuelas, y en encuentros que se fueron concretando, se pudo elaborar un documento que fue presentado a las autoridades de la Dirección de Alfabetización y Educación de Adultos.
Se obtiene a través de la lucha gremial la titularización de los docentes en sus cargos mediante el último Concurso de la Modalidad el cual se ofreció en el año 2001.
Se realizaron encuentros, jornadas de trabajo, cursos con la finalidad de crear conciencia sobre la especificidad de esta Modalidad y las características de la población que atiende y sus necesidades.
En el año 2006 una comisión designada al efecto por el Ministerio de Educación de nuestra provincia, elaboró un Diseño Curricular Jurisdiccional de Educación de Jóvenes y Adultos, Nivel Primario; además se dictaron cursos para su conocimiento, apropiación y manejo.

Resta a todos y todas las/os educadores de esta Modalidad conformar redes que posibiliten juntarse, unirse, integrarse en un solo sistema, que tome lo mejor de cada uno, a fin de seguir defendiendo el legítimo derecho de nuestro pueblo, y en nuestro caso particular de los sectores mas agredidos de la población, a tener una educación que respete su idiosincrasia, modos de aprender, sus intereses y sirva realmente para formar ciudadanos/as con capacidad de comprender, demandar y participar para transformar su realidad.

miércoles, 9 de enero de 2008

Citas tomadas del libro "La educación como práctica de la libertad", Paulo Freire.

  • La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor. No puede temer el debate, el análisis de la realidad; no puede huir de la discusión creadora, bajo pena de ser una farsa.
  • Sentíamos la urgencia de una educación que fuese capaz de ayudar a lograr esta inserción. ¿Cómo lograr esta educación? La respuesta se halla en un método activo, dialogal; crítico y de espíritu crítico; en una modificación del programa educacional.
  • ¿Qué es el diálogo? Es una relación horizontal de A más B. (..) El diálogo sólo comunica. Y cuando los polos del diálogo se ligan así, con amor, esperanza y fe uno en el otro, se hacen críticos en la búsqueda de algo. Se crea, entonces, una relación de simpatía entre ambos. Sólo ahí hay comunicación.
  • El aprendizaje de la escritura y de la lectura como una llave con la que el analfabeto iniciaría su introducción en el mundo de la comunicación escrita. En suma, el hombre en el mundo y con el mundo. Como sujeto y no meramente como objeto.
  • El analfabeto aprende críticamente la necesidad de aprender a leer y a escribir, se prepara para ser el agente de ese aprendizaje. Y consigue hacerlo, en la medida que la alfabetización es más que el simple dominio psicológico y mecánico de las técnicas de escribir y leer.
  • El papel del educador es, fundamentalmente, dialogar con el analfabeto sobre situaciones concretas, ofreciéndole simplemente los instrumentos con los cuales él se alfabetiza. Por eso, la alfabetización no puede hacerse desde arriba hacia abajo, sino desde adentro hacia afuera, por el propio analfabeto, y con la simple colaboración del educador.
  • Para alfabetizar a adultos, y que no sea una alfabetización puramente mecánica y memorizada, hay que hacerlos que tomen conciencia, para que logren su alfabetización

lunes, 31 de diciembre de 2007

ALFABETIZACIÓN - NUEVOS SIGNIFICADOS, NUEVOS DILEMAS


Una de las áreas de debate de fin de siglo parece girar en torno al concepto de alfabetización. Tradicionalmente se empleó este término para dar cuenta de la capacidad de los individuos para codificar y decodificar textos escritos. Sin embargo, actualmente se habla de alfabetización científica, alfabetización informática, alfabetización tecnológica, incluso de alfabetización emocional; notable ampliación semántica del término que indudablemente coloca a la educación frente a nuevos desafíos.
Ha sido extenso y fructífero el camino recorrido en el siglo pasado, provocando avances importantes en los estudios acerca de la inteligencia y de los desarrollos tecnológicos que han modificado las formas de pensar, actuar, producir y crear. Igualmente relevantes son las reflexiones que dan cuenta de las cuestiones pendientes que tendremos que seguir analizando, atendiendo a una necesidad impostergable de conectar la tarea en las escuelas a este movimiento de ideas, intentando rescatar su potencial para la innovación pedagógica.
La educación de adultos es el conjunto de procesos de aprendizajes, formal o no, gracias al cual las personas cuyo entorno social considera adultos desarrollan sus capacidades, enriquecen sus conocimientos y mejoran sus competencias técnicas o profesionales o las reorientan a fin de atender sus propias necesidades y las de la sociedad.»

Declaración de Hamburgo, 1997, V Conferencia Internacional de Educación de Adultos-CONFINTEA V

Escuelas para Jóvenes y Adultos - Santa Fe

Espacio colaborativo para la formación de ciudadanos críticos y participativos que aporten a la transformación.

LA EDUCACIÓN POPULAR – CONCEPTO DE EDUCACIÓN

No existe una única manera de entender la Educación Popular, su significado deberá ser precisado a partir de sus implicaciones y determinaciones políticas. Dilucidar un concepto de Educación Popular que dé cuenta de su especificidad con respecto a otras prácticas y discursos educativos que se realizan en el mundo popular, nos exige reconocer los elementos comunes a las experiencias y teorías que la han impulsado. Con base en definiciones de sus exponentes distinguimos un núcleo común de elementos constitutivos que defiende la Educación Popular. Estos son:
1. Una justificación proveniente de la lectura crítica del orden social vigente.
2. Una intencionalidad política emancipadora organizada.
3. Un propósito de contribuir a la construcción de los sectores excluidos como sujetos históricos.
4. Una práctica social que actúa sobre la subjetividad popular, llámesele conciencia, cultura o saber popular.
5. Una preocupación permanente por generar metodologías coherentes con los rasgos e intencionalidades anteriores.
Teniendo en cuenta estos elementos constitutivos, podemos definir la educación como el proceso de transmisión, consolidación, creación y recreación de la cultura, y desde esta perspectiva es un proceso interactivo permanente individual y colectivo, que se da entre sujeto/s y medio, entre saber popular y conocimiento científico y cuya intencionalidad es contribuir a que las clases populares se constituyan en sujetos protagónicos de un cambio profundo de la sociedad democrática.

PAULO FREIRE Y LAS PEDAGOGÍAS CRÍTICAS


La palabra verdadera es la que transforma el mundo

Para Freire la educación debe servir para que los educadores y educandos “aprendan a leer la realidad para escribir su historia”. Ello supone comprender críticamente su mundo y actuar para transformarlo en función de “inéditos viables”; en torno a dicha acción y reflexión y a través del diálogo, los educandos y los educadores se constituyen en sujetos. Con base en esta síntesis de sus planteamientos, desarrollaré las ideas básicas sobre cada una de estas cuatro dimensiones referidas:
1. Educar es conocer críticamente la realidad
2. Educar es comprometerse con la utopía de transformar la realidad
3. Educar es formar sujetos de dicho cambio
4. Educar es diálogo.

1. Educar es conocer críticamente la realidad
Freire considera la educación como un acto de conocimiento, una toma de conciencia de la realidad, una lectura del mundo que precede a la lectura de la palabra . En efecto, su método de alfabetización parte de la exigencia de una investigación por parte de los educadores de la realidad de los educandos y de la lectura que éstos hacen de la misma, expresada en su lenguaje. Ya en el acto alfabetizador, se parte de la apropiación problematizadora de la realidad y de la discusión de las lecturas “ingenuas” de los educadores y educandos; a través del diálogo sobre problemas significativos, los iletrados aprehenden críticamente su mundo, a la vez que aprenden a leer y escribir.
En oposición a la concepción bancaria de la educación, para Freire el conocimiento de la realidad no es individual ni meramente intelectual. Conocer el mundo es un proceso colectivo, práctico que involucra conciencia, sentimiento, deseo, voluntad. La práctica educativa debe reconocer lo que educandos y educadores saben sobre el tema y generar experiencias colectivas y dialógicas para que unos y otros construyan nuevo saber. Su frase “Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediados por el mundo” debe leerse como “quien enseña aprende y quien aprende enseña” y no como un desconocimiento de la especificidad del papel activo que deben jugar los educadores
Conocer el mundo no es una operación meramente intelectual; es un proceso articulado a la práctica y a todas las dimensiones humanas. El presupuesto no es tanto conocer o tomar conciencia del mundo para luego transformarlo, sino conocer el mundo desde y en la práctica transformadora, en la cual intervienen deseos, valores, voluntades, emociones, imaginación, intenciones y utopías. Este proceso educativo de conocimiento del mundo nunca es definitivo; más bien siempre es inacabado, dado que el mundo no está dado, determinado, sino dándose, cambiando; también los sujetos, en el proceso de conocer y transformar el mundo, van cambiando ellos mismos y sus preguntas. Por ello, los productos del conocer no deben asumirse como verdades acabadas, inmodificables, sino susceptibles de perfeccionar, de discutir y cuestionar. Se requiere más una pedagogía de la pregunta y no una de la respuesta.
2. Educar es una práctica política
Para Freire la educación nunca es neutra. Toda práctica educativa es política, así como la práctica política es educativa. Las prácticas educativas siempre son políticas porque involucra valores, proyectos, utopías que reproducen, legitiman, cuestionan o transforman las relaciones de poder prevalecientes en la sociedad; la educación nunca es neutral, está a favor de la dominación o de la emancipación. Por ello, Freire distingue entre practicas educativas conservadoras y prácticas educativas progresistas:
En cuanto en una práctica educativa conservadora se busca, al enseñar los contenidos, ocultar la razón de ser de un sinnúmero de problemas sociales; en una práctica educativa progresista, se procura, al enseñar los contenidos, desocultar la razón de ser de aquellos problemas. Mientras la primera procura acomodar, adaptar a los educandos al mundo dado, la segunda busca inquietar a los educandos desafiándolos para que perciban que el mundo es un mundo dándose y que, por eso mismo, puede ser cambiado, transformado, reinventado (Freire 95, pedagogía de la ciudad)
La educación por sí misma no cambia el mundo, pero sin ella es imposible hacerlo. En consecuencia, el educador progresista debe tener un compromiso ético político por la construcción de un mundo más justo. El educador ve la historia como posibilidad; no debe perder su capacidad de indignación, no puede ser indiferente ni neutral frente a las injusticias, la opresión, la discriminación y la explotación; debe mantener y promover la esperanza en la posibilidad de superación del orden injusto, de imaginarse utopías realizables (“el inédito viable”).
Así, la realidad no es sólo el punto de partida de la educación sino también su punto de llegada. Si la realidad no está dada, sino dándose, la finalidad de la educación liberadora es contribuir a su transformar en función de visiones de futuro; exige superar los obstáculos económicos, sociales, políticos y culturales que impide la realización de los educandos como seres humanos. Las prácticas educativas críticas, articuladas a praxis sociales transformadoras, hacen posible que la gente escriba su propia historia, es decir, sea capaz de superar las circunstancias y factores adversos que lo condicionan.
3. Educar es diálogo que nos hace sujetos.
Para Freire la educación tiene su razón de ser en el carácter inacabado de los seres humanos. Hombres y mujeres somos seres inacabados que si lo reconocemos, necesitamos de los demás para conocer y transformar el mundo a la vez que nos construimos como sujetos. El reconocer ese sentido de carencia, de necesidad de los otros para conocer, actuar y ser en el mundo, justifica la posibilidad de la educación, que no puede ser otra cosa que comunicación y diálogo.
Para Freire, la educación de posibilidad de constituirnos como sujetos; sólo a través de la conversación basada en una práctica compartida y en la apertura el otro, que a su vez me escucha y me habla, es que me reconozco como sujeto; no como sujeto dado, sino como sujeto en permanente construcción. Así, el diálogo asume un carácter antropológico y ético, en la medida en que nos hacemos seres humanos autónomos, con capacidad de incidir en la realidad, en la medida en que reconocemos, con otros, que el mundo es susceptible de modificar desde otros valores, sentidos y utopías.
Ahora bien, para Freire no puede haber búsqueda sin esperanza. Perder la esperanza es perder la posibilidad de constituirnos como sujetos, de transformar el mundo y por tanto de conocerlo. Por ello, plantea una “pedagogía de la esperanza” que supere todo fatalismo, conformismo y desilusión que el poder dominante quiere imponer a toda costa. Frente al “no hay nada que hacer”, hay que anteponer el derecho a soñar que “otro mundo es posible”, lema del Foro Social Mundial :
En la medida en que nos hagamos capaces de transformar el mundo, de poner nombre a las cosas, de percibir, de entender, de decidir, de escoger, de valorar, en último término, de eticizar el mundo, nuestro movimiento en él y en la historia envuelve, necesariamente, los sueños por cuya realización luchamos.
Por ello, la pedagogía critica debe contribuir a construir sueños, a reinventar utopías y a sembrar esperanzas de cambio. Freire, desde su palabra y su práctica fue testimonio de constructor creativo de ello y por eso logró incidir en miles de educadores desde la década de los sesenta hasta la actualidad.
A lo largo de su trayectoria, Freire reivindica la dialoguicidad de la educación, no como una mera técnica o una didáctica, sino como una estrategia metodológica basada en su concepción de lo humano. Se ha señalado como para él, los hombres y mujeres se constituyen como sujetos a través de la acción y reflexión colectivas de transformación de la realidad. Todo este proceso crítico liberador está atravesado por la palabra. “No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo”
Para Freire, este pronunciamiento del mundo no es privilegio de algunos. Nadie puede solo la palabra verdadera, ni decírsela a otros quitándoles su derecho a decirla. Pronunciar la palabra desde una praxis liberadora implica un encuentro entre los hombres mediados por el mundo que freire llama diálogo. Por eso, el diálogo es una existencia existencial, pues no sólo solidariza la reflexión y la acción, sino que permite que los sujetos ganen sentido como tales.
El diálogo, por tanto, es siempre creador; por un lado, de la realidad transformada; por el otro, de los sujetos que se liberan transformándola. Exige humildad y confianza, dado que “no hay ignorantes absolutos ni sabios absolutos: hay hombres que, en comunicación, buscan ser más” . Tampoco hay diálogo sin esperanza: ésta mueve la búsqueda de los hombres y mujeres por cambiar el mundo y hacerse sujetos. Por tanto, si quienes dialogan no esperan nada de su reflexión y de su acción, no puede haber diálogo.
La educación popular hereda la pedagogía de Freire
En torno a la discusión y puesta en acción de los planteamientos de Freire y en un contexto signado por la radicalización de las luchas sociales bajo el imaginario de la revolución, surgió en América Latina una corriente educativa comprometida con los sueños, proyectos y movimientos de liberación social y cultural: la Educación Popular. En efecto, la década que comenzaba se caracterizó por el auge de movimientos sindicales, campesinos, de pobladores urbanos, de artistas y educadores comprometidos, así como de partidos y movimientos de izquierda política.
En ese contexto, la educación popular (en adelante: EP) se fue configurando como una corriente educativa y pedagógica que acompañaba el ascenso de dichas luchas y movimientos de resistencia y liberación. Tal “politización de la educación” y “pedagogización de la política” que se dio en una coyuntura de auge de las luchas sociales y del compromiso de los educadores y otros profesionales con dichas luchas, dio origen al llamado discurso fundacional de la EP, cuyos rasgos distintivos (con las variaciones propias de los diferentes contextos nacionales), podemos sintetizarlos así :
1. Lectura crítica de la realidad social, en particular de las injusticias generadas o acrecentadas por el sistema capitalista, y del papel reproductor del orden social que juega la el sistema escolar.
2. Opción ético política emancipadora, al identificarse con la construcción de una sociedad en la cual se superarían las injusticias e inequidades actuales, proyecto que se identificaba con el socialismo.
3. Contribución a la constitución de los sectores populares como protagonistas de esta transformación social, a partir del fortalecimiento desde la educación, de su organizaciones y movimientos.
4. Lo educativo como formación de una conciencia crítica en los educandos populares, entendida como toma de conciencia de la realidad injusta y de la necesidad de transformarla.
5. Creación de metodologías de trabajo basadas en la construcción colectiva de conocimiento, el diálogo y la acción.
La identificación de estos rasgos comunes no significa que la EP haya sido una corriente homogénea; como toda construcción histórica asumió matices y énfasis en cada contexto nacional. Por ejemplo en Chile bajo la dictadura militar, la EP asumió como bandera el restablecimiento de la democracia; en Bolivia y Perú asumió la bandera de las luchas campesinas e indígenas. Así mismo, las particularidades históricas de cada contexto llevaron a que la EP inspirara prácticas en alfabetización, educación en derechos humanos, de género e intercultural. Así, la EP, más que un cuerpo doctrinal monolítico, es un campo pedagógico y un movimiento cultural.
Al finalizar la década de los ochenta, la EP se había convertido en un movimiento educativo y en una corriente pedagógica crítica sostenida en la proliferación de redes y espacios de encuentro a nivel nacional y continental. Pero también empezaban a surgir cuestionamientos y nuevas ideas que proponían la necesidad de un replanteamiento de algunos presupuestos y planteamientos de la EP.
La refundamentación de la EP
Desde fines de los ochenta empezó a visibilizarse cierta insatisfacción con algunos de los presupuestos y contenidos del discurso “fundacional” de la EP; los cambios en el contexto político mundial y latinoamericana (caída del socialismo soviético, derrota del sandinismo, transición de regímenes militares a gobiernos electos), así como el reconocimiento de límites en las propias prácticas educativas (activismo y falta de sistematización, descuido de lo pedagógico, cambio de los sujetos educativos, escasa discusión), llevaron a que algunos educadores insistieran en su necesaria redefinición.
A modo de síntesis, los principales desplazamientos que se dieron en la última década del siglo XX en cada uno de los núcleos discursivos del discurso fundacional fueron:
1. A la lectura clasista de la sociedad latinoamericana y reproduccionista de la educación, se incorporaron otros aportes y conceptos como hegemonía, política cultural, movimientos sociales, sociedad civil, etc. y se empezó a reivindicar la escuela como espacio de innovación pedagógica.
2. De un imaginario de poder identificado con el aparato estatal y de cambio político asimilado a la Revolución, se pasó al reconocimiento del poder como una relación presente en todos los espacios sociales y a reivindicar la democracia como modelo político deseable y viable para los países del continente; ello estuvo asociado a la reivindicación de lo cotidiano, de lo público, la búsqueda de incidencia en políticas públicas y educativas y la participación en gobiernos locales.
3. De una concepción economicista y politizada de lo popular, a un reconocimiento de la pluralidad de actores que los constituyen y de su densidad histórica y cultural; de ese modo, categorías abstractas como clase trabajadora, pueblo o movimiento popular fueron adquiriendo rostro concreto como pobladores, mujeres y jóvenes populares.
4. De un énfasis en el desarrollo de una conciencia crítica de clase, a una valoración de la subjetividad de los actores populares y la potenciación de todas las dimensiones que los constituyen como sujetos: cultura, cuerpo, emociones, valores, voluntad, pensamiento crítico e imaginación creativa.
5. De la seguridad de sentirse en la posesión de un Método (la dialéctica), a la construcción abierta e incierta de propuestas pedagógicas basadas en el diálogo de saberes, la interculturalidad y la discusión con otras corrientes pedagógicas.
Estos cambios en la concepción de la EP se expresaron en la redefinición de prioridades y énfasis de la práctica de muchos centros y redes de Educación Popular en América Latina. De una estrecha relación con los movimientos populares, se pasó a la colaboración con los nuevos los gobiernos nacionales o municipales que remplazaron las dictaduras; algunos educadores populares pasaron a asumir responsabilidades gubernamentales en materia social o educativa en sus países.
Por otra parte, en el contexto de reformas educativas impulsadas por los nuevos gobiernos democráticos, algunas ONG se especializaron en apoyo y asesoría a procesos de innovación curricular y didáctico en las escuelas y a la capacitación de maestros en ejercicio; otras a promover dicha democratización y la consecuente formación ciudadana, a incidir en la definición de políticas educativas e incidir en la política pública. Incluso, algunos educadores plantearon que en el nuevo contexto la educación popular no es vigente y que propuestas, como la de la educación ciudadana eran más incluyentes.
Volver a Freire y a la Educación Popular en el siglo XXI
Este entusiasmo en torno a los procesos de democratización en casi todos los países del continente se ha venido resquebrajado frente a la evidencia de las crecientes desigualdades e injusticias que ha traído la implantación generalizada del modelo neoliberal. Transcurridas dos décadas de la aplicación de las políticas de ajuste, los indicadores de desigualdad social se han disparado en todos los países, la pobreza, el desempleo y la informalidad pasaron a ser los rasgos predominantes del mundo laboral.
Frente a este deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la población de América Latina y frente a medidas lesivas contra la soberanía nacional, desde mediados de la última década del siglo XX y en lo que va del XXI se han reactivado las mas diversas expresiones de protesta. El continente se empieza a despertar con los movimientos indígenas y campesinos en países como Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia, y México; en Argentina, los piqueteros, las asambleas barriales y la movilización de las clases medias y populares contra el sistema financiero, renuevan las esperanzas en torno a la acción colectiva. El Foro Social Mundial que se reúne en Porto Alegre desde el 2000, expresa y aglutina estos aires de cambio en torno a la consigna “Otro mundo es posible”.
Este incremento y diversificación de estrategias de lucha social y emergencia de nuevos actores sociales, así como de reactivación de la izquierda social y política, han planteado a la EP el desafío de reasumir su papel como pedagogía critica. Estas demandas se expresan en una serie de desafíos ineludibles a quienes trabajan desde la EP que garantizan su vigencia y potencial transformador:
1. Mayor articulación de la EP a los movimientos sociales, como contribución a la construcción democrática; ello implica generar sinergias entre los centros de EP y entre los movimientos sociales entre sí. Para potenciar la formación de sujetos individuales y colectivos de cambio, deben establecerse alianzas entre centros educativos y movimientos sociales.
2. La EP debe retomar su papel en la generación de conocimiento y pensamiento crítico desde su especificidad pedagógica. Retomando la senda iniciada por Paulo Freire se le pide a la EP contribuir en la construcción de paradigmas alternativos al discurso hegemónico neoliberal, desde lo que le es propio: el campo educativo.
3. La EP debe reactivar los espacios y procesos de formación de educadores populares de base. Al constatar que hay una renovación de los movimientos sociales y un relevo generacional en las ONGs y las organizaciones sociales, se deben generar estrategias amplias de formación de educadores y lideres sociales sobre los fundamentos y metodologías de las pedagogías críticas.
4. Reposicionar las perspectivas de género, de derechos humanos y ambientalistas dentro de las practicas y discursos de la EP. Más que “transversales”, estas temáticas deben estar explícitas, tanto en las prácticas educativas como en la vida cotidiana de los centros educativos y movimientos sociales.
5. Continuar trabajando en torno a la democratización de nuestros países a través de la educación ciudadana, la incidencia en políticas públicas y la construcción de poder local. Así mismo, promover la educación intercultural y el diálogo crítico de saberes.
Con lo dicho, es indudable que la EP tiene una nueva oportunidad histórica de contribuir desde su acumulado pedagógico y político a que otro mundo sea posible, junto con los viejos y nuevos sujetos de la resistencia y la construcción de alternativas.

Por Alfonso Torres CarrilloUniversidad Pedagógica Nacional Bogotá